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miércoles, 23 de agosto de 2017

En busca de frío y Navidad. Bratislava

Soy un poco dada a los viajes en solitario y en invierno. Lo primero por la maravillosa sensación de libertad, y lo segundo porque busco nieve y me gusta el frío. Si, es mi ilusión desde hace mucho tiempo, ver nevar.  Supongo que lo de vivir en las Islas Canarias, tiene mucho que ver.
Tal vez por eso, y pensando en cumplir mi objetivo al fin, (lo he intentado muchas veces y siempre se me escapa el espectáculo) planifiqué mis vacaciones para el mes de diciembre a Bratislava Viena, Praga y Budapest. No me gustan mucho los viajes programados, así que una tarde en la que estoy aburrida, me meto a ver vuelos, precios, destinos y zas, no se hable más.
La compañía elegida en esta oportunidad fue Ryanair, con salida desde Madrid dirección Bratislava.  Me gusta comprar el billete de avión con tiempo, así en los meses siguientes me voy encargando de los hoteles en los lugares que quiero visitar. Esto permite que pueda conseguir un alojamiento mejor a menor precio, y que cuando llegue la hora del viaje, ya esté todo pagado o casi.
Con la ilusión que le pongo a los viajes y la emoción con la que comparto mí próxima aventura, no es extraño que alguna vez los viajes dejen de ser en solitario para vivirlos en magnífica compañía, así que esta vez también pasó. Primero una, luego dos. Y sin darme cuenta me vi facturando una maleta extra porque una de ellas no podía renunciar a  su secador de pelo.
Sabiendo ya que esta sería una aventura de tres, empiezas a vivirla de otra manera. Muy importante el tema del vestuario. En una zona de frío, los isleños, nunca tenemos muy claro que ponernos, no queremos demasiado equipaje, pero tampoco queremos quedarnos cortos. Y por supuesto, si eres coqueta, lo del frío importa, pero lo de tener que repetir modelito en todas las fotos, es una auténtica tragedia.  Puedo decir que al final no es tan fiero el león como lo pintan.  Ya está todo inventado, el truco de las tres capas funciona. Aún así y queriendo llevar varios abrigos, echamos mano de las bolsas de almacenar. Metes dentro la ropa, le sacas el aire y maravilloso el ahorro de espacio.
Tenerife Madrid, para una de las tres, con un poco de retraso, así que el viaje ya empezó emocionante a la par que intrigante. ¿Llegará o no llegará? ¿Nos quedamos y la esperamos o nos vamos? ¿Cuándo sale el próximo? En fin, ya se verá. Por fortuna llegó, nos subimos al avión y volamos las tres juntas rumbo a Bratislava.
Nos recibió una ciudad fría, pero no tanto por la temperatura exterior, unos 4º sino por la amabilidad algo ausente del recepcionista del hotel. Tardamos más en subir en el ascensor, que en salir a la calle dispuestas a congelarnos.

El que fuese en diciembre, imprimió a todo este viaje un aire mágico, idílico, bucólico. Bratislava está llena de edificios impregnados de gótico, renacimiento, barroco, rococó, neoclásico y el imperio, por lo que dentro de los encantos que tiene la ciudad hay que añadir el de su rica y variada arquitectura.
Sabíamos que teníamos que buscar un señor tímido a la par que curioso. El Mirón, una escultura de bronce con la que es obligatorio hacerse una foto, y nosotras siempre obedientes, no faltamos a la cita.   

El Mirón
 Sinceramente para esa primera noche y única, que íbamos a pasar en la capital Eslovaca encontrarnos con "El mirón" y pasear por sus viejas calles de piedra iluminadas de Navidad, ya fue una buena forma de empezar la aventura. 

Puerta de San Miguel. 
El día nos recibió con algunos rayos de sol, aunque prácticamente los mismos grados de la noche anterior. Aprovechamos para seguir reconociendo la ciudad y admirando el gusto por las esculturas principalmente de bronce que convierten a Bratislava en un original museo al aíre libre. 


El que fuera casi Navidad, salpicó el paisaje de casetas típicas con comida y bebida propia de la zona. Particularmente, a las tres nos gustó más la comida que la bebida. El varené víno, (vino caliente) tan aclamado en estas ciudades gélidas, no nos conquistó por su sabor. Eso si, era maravilloso sostener el vaso entre las manos. 


Un día no da para mucho, pero desde el principio nos la planteamos como una ciudad de paso, donde estuvimos menos de 24h. Aún así nos quedamos con un buen sabor de boca y el recuerdo de una ciudad entrañable, con mucho encanto. 


Nuestro siguiente destino Viena, una ciudad hermosa, con una gente de carácter no tan hermoso. Lo dejaré para una próxima publicación. Mientras descubre y curiosea sobre Bratislava, a través de los links.